lunes, diciembre 17

Angustias de un zapato presumido



Como siempre esperándole en un rincón, toda la noche en vela deseando que llegara el alba para poder salir a lucirme y el muy desconsiderado va y me saca a la calle así, desaliñado, desatado, con todos los cordones por el suelo, arrastrándolos cuál vulgar zapatilla de rapero. Mira que esta mañana ha tenido tiempo de sobra. Y encima con el riesgo de que me pisen y de ensuciarme. Casi hubiera preferido que me dejara tranquilo en mi esquina ¡Qué deshonra! No puedo levantar la suela del piso de lo turbado que estoy.

¡No puede ser! Las sandalias de tacón de la casa de enfrente vienen hacia aquí. Como me vea con estas pintas seguro que se lo dice a todas sus amigas, las botas chismosas, en cuanto las vea. Bueno, voy a tratar de mantenerme digno, con la puntera bien alta, como si no pasara nada.

¡Será inepto el condenado! No me puedo creer que esté por la Gran Avenida con esta facha. No, no, no, no. ¡Al parque no! Por favor, ahí sólo me puedo manchar de tierra y de defecaciones de caniche asqueroso. Hasta aquí hemos llegado, creo que ya he aguantado demasiado. Voy a tomar medidas drásticas. A ver, voy a esperar a llegar a ese escalón para parar esta vergonzante exhibición. Así, así, vamos a tratar de juntar los dos pies, un poco más, un poco más ¡zas!

¡Sí! ¡Sí! ¡Por fin! No había otra forma de que este patán se diera cuenta de como me llevaba. Más vale que ahora me ha puesto como me merezco, con mis cordones perfectamente anudados, mi piel brillante y reluciente y mi puntera erguida cual jirafa africana. Ahora sí ¿dónde vamos?

miércoles, abril 18

Haikus

Haiku nº1

Árbol caído.

Hojas reverdeciendo

en la mañana.


Haiku nº2

Viento del norte.

Ramas balanceándose

junto al río.


Haiku nº3

El sol brilla

al despertar el día.

Aroma dulce.


Haiku nº4

En el camino

florecen girasoles.

La luna duerme.


Haiku nº5

La nieve sobre

las amapolas brilla

al amanecer.


Haiku nº6

El río nace

en el bosque de agua.

Cascada azul.

sábado, febrero 4

sábado, marzo 5

El gorrión que quería ser oso.

Érase una vez un gorrión que quería ser...

un oso polar.

Deseaba viajar hasta el círculo polar y allí saltar de cascote en cascote, navegar en ellos hasta tocar tierra firme y dejarse abrazar por sus nuevos amigos peludos.

Al llegar, se alzó sobre sus dos enormes patas, saltó con fuera e hizo temblar la tierra. Allí, rodeado de un inmenso manto blanco, sacó su fuerza, la nueva fuerza, por la garganta ¡rugió!. Su canto suave, agudo, se transformó en el sonido de un enorme oso polar.

Se zambulló en las heladas aguas del océano, sintió como el frío invadía todo su cuerpo; asomó el hocico por un pequeño agujero, saludo a los inocentes peces que vagaban por sus profundidades y... ¡zas! se zampó a unos cuantos de ellos.

Todo estaba ahí abajo, en la tierra, en el mar. Ya no tenía que alzar el vuelo para poder encontrarlo. Carecía de alas, ya no era un pájaro cantarín, inocente, ingenuo pájaro cantarín.

Pero un día se le acercó un desconocido pingüino y le susurró: “Nunca debiste mudarte lindo gorrión. Tu corazón no es el de un oso polar. Despójate de esta farragosa y pesada piel y alza el vuelo”.

El oso-¿gorrión?, el gorrión-¿oso?, se quedó pensativo. Instintivamente, quiso desplegar sus antiguas alas y... ¡no pudo!

Ya no las tenía. Ahora era un alma de gorrión atrapada en el cuerpo de un enorme oso polar.

sábado, junio 26

TELEGRAMA NO-URGENTE DE UN INCENDIO

HABITACIÓN DE CARTÓN ARDIENDO EN LLAMAS-STOP-GEMIDOS CONSUMIDOS EN LABIOS DE CENIZA-STOP-CASCADAS DE IMPACIENCIA BAJANDO POR LA ESPALDA-STOP-POR FAVOR, NO ACUDAN EN NUESTRO AUXILIO.

miércoles, enero 13

Re_tarareando

Do re mi fa sol la ¡sí!

Re_considerando mi postura impostada
ante tu supuesta indiferencia
me encontré...

Re_quiriéndome(te) una dosis más intensa
de miradas complices,
piel sobre piel,
deslizándose
hacia
un
abismo
desconocido.

Re_lamiéndome el salitre de mis cicatrices
y soltando amarras para dejarme volar
sin lastre ni fallidos simulacros.

Re_leyendo los garabatos de letra torcida
y trazando un pentagrama repleto de notas
que tararean tu nombre.

DO RE MI FA SOL LA SIIIIIII

Re_tirándome a una piscina rebosante
de cubitos de hielo que se deshacen de gusto
mientras buceo entre tus piernas.

Re_cogiendo mis piezas perdidas en el barro
y moldeando escaleras de emergencia
que se alzan hasta tus labios.

Re_tarareando esta coplilla reiterativa
y caminando hasta la orilla
donde las caracolas juegan con tus pies,

para susurrarte al oído,

DOlores, REcuerda MIs FAmélicos y SOLiviantados LAtidos SIlvándote a lo lejos...

jueves, octubre 8

FELICIDADES


La felicidad inminente.
Se anuncia con destellos previsibles,
mostrándose a nuestro alcance,
cotidiana, siempre a la vuelta de la esquina,
esperando nuestro paso para amarrarse
a los latidos del corazón
sin soltarse jamás.

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La felicidad despistada.
Algo descuidada y hasta un punto perezosa,
surge como si tal cosa por nuestras mejillas,
haciendo muecas,
tejiendo muescas de colores,
desapareciendo como ha llegado,
espontánea,
como una caja de sorpresas.

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La felicidad saltimbanqui.
Aparece con muelles en sus pies
bajando las empinadas calles
como un chiquillo de fiesta,
tocando cada puerta para anunciarse,
estruendosa, jaleando y pregonando
su presencia, cual vendedor ambulante.

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La felicidad de comer perdices...
en tu ombligo,
de saborear fresas en tus dedos
y de devorar dátiles de sueños
entre tus piernas,
dejando caer, descuidadamente,
mis lágrimas por tus manos.

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Desde un establo espacial, la paja de estrellas
gotea por el hueco que ha abierto una nube en el cielo.

Se expande, cual alfombra, por el mar de hielo
formando a mis pies.

Me abriga, me acaricia, me da el calor de los julios y los júbilos
y deja explotar en mis manos su munición de felicidad.

lunes, junio 22

En una esquina damos vueltas sobre nosotros mismos

sin darnos cuenta que a nuestras espaldas

hay todo un mundo de otros...mundos.
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Los alfileres grises de la mañana

se tornan por arte de magia

en hilos de colores

una vez superada

la barrera del mediodía.
Ante el virulento y creciente cauce del río,

me apresuro para apuntarme

a un cursillo de natación sincronizada.

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Un niño, ante la insistencia de su madre para que vaya a la cama, le espeta:

"Mamá, ¡qué no tengo sueño! ¡tengo fanatismo!"
Ahora mismo no me siento un-A fiel militante de la heterodoxia,

pero por encima de todo no soy un(A) claudicante ante la ortodoxia.

Tan sólo me dejo abrazar por el deseo compartido.

Gijón

En la plaza de la "soledad" de Gijón todavía no me he encontrado con nadie.

Tengo la sensación de que aquí se entra de uno en uno, siempre a la espera de que salga la última persona, tratando de no violentar su silencio.
De nuestras heridas germinadoras de luz,

surgen destellos de claridad,

ráfagas de calor vestidas de terciopelo.

Del amasijo delicioso de emociones

va tejiéndose un vestido de seda,

transparente, liviano,

que nos cubre y nos cobija

en el afán de nuestros deseos.

martes, junio 2

Podría hundir la mano en mi pecho y pederla para siempre en abismos.
Tocar lo que allí habita sería un alivio...confirmar que existe...aprender a curarlo.

Se ha perdido mi mano en los pliegues del alma.
Afanosa, implacable va borrando memoria.
Barre por los rincones y los llena de calma.
Trabaja infatigable, alegre y silenciosa.

Se ha perdido mi mano y la siento gozosa.
Recompone pedazos de dulces historias
que jamás existieron y que serán ahora,
cuando el alma curada puede vivir su gloria.

Tomar entre mis dedos los hilos de esta vida y enlazarlos allí donde estuvieran
sueltos...igual que una niña va tejiendo pulseras, combinando colores simplemente por
gusto.

Jugar la vida con el alma limpia...qué alivio, qué diversión, qué gozo.

Mi mano entretenida, ligera, juguetona...
niña escribiendo cuentos
cuentos dictando vida.

Mi mano allí perdida
bálsamo y caricia.

Amaia Echaide
Una sola melodia

jueves, mayo 14

Hablo con el

recuerdo

que pasa cerca de mí.

No sé por qué, pero creo que se ha

perdido.


___________________________

En la rutina
ya no te esperaré.
Hasta mañana.

Silencio

Silencio.
Se abre el telón.
Nos invaden estruendos,
ensordecedores.
Desgarros,
aullidos, gemidos.
Llantos.
Se cierra el telón.
Silencio.

Surcos y cicatrices

A mi soledad

acompañada

la recorren

s
u
r
c
o
s

plagados de nombres

y de rostros que

cicatrizan

en tu recuerdo

jueves, marzo 19

Des-encuentros

Una radiante mañana de lunes,

deshice la cama, vomité el desayuno,

me desnudé por completo hasta quedar

sólo enfundado en mi piel.


Abrí las ventanas de par en par

y lancé al viento mi memoria;

olvidé hasta mi nombre.


Salí por la puerta sin echar la mirada atrás,

temiendo que cayera sobre mi

la maldición bíblica.


Huí,

pero no despavorido, sino sereno,

con la mirada fija en el horizonte.


Llegué al desierto y me despojé de mi

soledad.

Desaparezco...

de mi mismo.


Y allí,

desaparecido,

me vuelvo a encontrar.

Certezas y espejismos

Ayer te pensaré.

Mañana te añoré.

Lo siento,
tengo un pequeño
amasijo
de tiempos
y emociones.

_____________________________

Entre nuestros
espejismos
y certezas
surge un fino hilo que nos


s e p a r a


y una suave tela
que nos


e n v u e l v e

miércoles, abril 16

Las horas de mayo

Mayo. La primavera se anuncia inminente con la caída de las impenitentes lluvias sobre los prados y los árboles reverdeciendo exultantes.

La mirada de Julieta se escapa a través de la ventana viajando hacia rincones del tiempo habitados por otros imborrables mayos. Afuera, tras aquellos cristales rotos, las gotas de lluvia acarician suavemente a una pareja que juega a quererse. Y como gotas de lluvia, caen en su memoria todos los instantes recolectados durante aquellas horas, rescatados para coleccionarlos en su álbum más preciado.

Sus manos agrietadas, sus huesudos dedos de anciana acarician pausadamente un plateado reloj de cadena, como si de esa forma quisiera conjurar contra la implacable gravedad horizontal, contra la irresistible atracción que padecen los cuerpos a avanzar. De su castigado y ajado corazón brotan corazonadas al evocar, con una lágrima deslizándose por su mejilla, con una sonrisa dibujándose en sus labios, esos murmullos del pasado.

Años. No sabría decir cuantos transcurrieron desde aquellas horas que guardaron todo el tiempo del mundo. Horas, minutos, segundos, soplos de vida cargados de eternidad, pero irremediablemente fugaces. Horas imprecisas, húmedas y cálidas. Unas horas por las que habría merecido la pena vivir una y mil veces.

“Esta noche te echaré de menos”; “Te quiero de tantas maneras...”

Las palabras rebotan en su cabeza como si fueran de ahora y su mente reconstruye, como momentos de ayer, todos los universos inventados con mucho de sentimiento y otro tanto de ternura. Los ha ido almacenando metódicamente por colores, por tamaños, por sabores y aromas, por optimismos y desazones. Manos tímidas, manos decididas vagando por su piel; labios que se encuentran alocadamente para fundirse en interminables besos; miradas que se buscan ansiosas tras cualquier esquina; silencios entrecortados por susurros en forma de verso y canto; distancias escritas con llanto.

La noche va cubriendo con su oscuro manto las ensoñaciones de antaño y la luna se hace cómplice de los deseos rememorados. Poco a poco, Julieta se deja caer en los tentadores brazos de Morfeo para así poderse re-crear en los sueños de mayo. A ella acuden historias de increíbles y fantásticos duendes que componen rimas con sus flautas, de brujas que crean sortilegios con los que conquistar corazones, de castillos de arena más sólidos que todas las pirámides de los antiguos, de huracanes vencidos por danzas de akelarres, de cortinas rojas convertidas en alfombras voladoras y de estrellas fugaces con las que viajar hacia mundos de nunca jamás.

Y entonces, cuando sus párpados comienzan a caer pesados como juicios, viejos y nuevos escalofríos le recorren su cuerpo de arriba a abajo, y el calor, ese calor de las horas de mayo le atraviesa de nuevo el alma.

viernes, marzo 14

La pesadilla de Julio

Oscuridad. Ahogo. Vacío. Julio siente fogonazos de calor sobre su cabeza, como si ésta fuera una olla a presión en la que se estuvieran cociendo miles de neuronas. Su mente está plagada de enormes agujeros negros que no le llevan a ninguna parte de su memoria. Tan sólo alcanza a recordar alguna imagen borrosa de Ángel en aquella cafetería de la estación y alguna frase de la conversación acerca de Amparo, su pareja.

Comprueba que tiene fuertemente sujetadas con cuerdas, por los tobillos y las muñecas, sus piernas y brazos. Sus extremidades están entumecidas y a duras penas puede mover levemente algunos dedos. Siente que le falta aire. Con dificultad alcanza a inhalar alguna bocanada perdida, algún resquicio de oxígeno que le llega hasta los pulmones. Su garganta está estropajosa y la sed recorre su reseca boca. Intenta exclamar alguna palabra. No puede. Tiene sus labios cerrados con un trozo de cinta de embalaje. Ahora que va recuperando la consciencia sobre cada parte de su cuerpo, experimenta un intenso escozor sobre el mentón y las mejillas.

En medio de aquella aterradora negritud, la exterior y la interior, comienza a explorar la situación. Está atado en posición fetal en un espacio algo mayor que un ataúd. Pero no es un ataúd. Es irregular, metálico y en él huele enormemente a gasoil. Se respira una atmósfera viciada y asfixiante. Su alma se resquebraja ¡No puede ser! “Estoy en el maletero de un coche”.

Sus ideas empiezan a fluir de una esquina a otra del habitáculo. No alcanza a imaginar qué diablos hace allí. “¿Qué ha pasado?” “¿Por qué estoy aquí?” Comienza a moverse inquieto. Y con él, también se mueve el vehículo en el que se encuentra, despacio, muy despacio. Tan sólo recorre unos escasos metros. De nuevo se para. Esta secuencia se repite incansablemente desde ese momento de claridad en la mente de Julio. Acelera, frena. Acelera, frena. Así ininterrumpidamente durante horas. En alguna ocasión el conductor de aquél féretro - aunque no lo sea, Julio comienza a experimentarlo como tal- apaga el motor y deja de escucharse ese ruido que taladra sus oídos. En ese momento es capaz de reconocer otro tipo de sonidos. Bocinas, más bocinas, algún que otro insulto y voces malhumoradas. Lloros de bebés angustiados, como si fueran a ser degollados. Alguna que otra sirena de ambulancias o, quizás, de policía ¡Policía!.

No sabe cuanto tiempo lleva ahí y, lo que es peor, no sabe cuanto tiempo permanecerá enclaustrado en ese infierno. Puede que algunos minutos, es posible que unas horas o incluso, varios días. Su corazón flaquea. Comienza a latir a sobresaltos, como si quisiera acompasarse al ritmo de aquella macabra caravana. Se imagina como el cadáver de una comitiva fúnebre.

Avanzan las horas. El coche permanece parado. El silencio se sobrepone en aquel desquiciante coro de estridencias. Sus párpados comienzan a caer, pesados, mientras se oyen a lo lejos algunos escandolosos grillos.

– Esto se nos está complicando. Tenemos que pensar en algo para salir de este atasco. No podemos tenerlo por más tiempo ahí metido.

– Sí, me parece muy bien, pero ¿qué podemos hacer?

“¡Imposible! ¡No me lo puede creer!”. Julio no da crédito a lo que está oyendo. Las voces de su mejor amigo y de su pareja retumban en sus tímpanos y hacen estallar su indignación. Las piezas de ese misterioso rompecabezas comienzan a encajar.

jueves, marzo 13

Hipérboles de amor

Mis ojos se desperezan cada amanecer con el tic-tac de tu corazón,
pero se d e s p e d a z a n cada anochecer si no han bailado al son de tus pálpitos.
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Este interrogante no deja de ser retórico, pero ¿cuando se fundirán nuestras pieles para comenzar a sentir nuestro calor?
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Cuando otras bocas, otras manos,
recorren tu cuerpo,
mis dedos, mis labios,
se preparan ansiosos
para perderse en tus rincones mas inospitos.
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No dejes de buscar en este laberinto y sigue las flechas de las casualidades..
A la salida te espero.
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La fugacidad a tu lado se torna en eternidad cargada de impaciencia.
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Viajar de norte a sur,
sin quedarnos en las apacibles colinas,
hasta naufragar en la tempestad de nuestros sueños.
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La felicidad no aguanta más y se apresura a impedir nuestros besos.
Acude en su auxilio su hermana renegada, la envidia.
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Cuando oirás el eco de estos suspiros,
cuando mirarás entre los vahos de estos cristales.

Binomios fantásticos

Historias de besos y revólveres

< El otro día me propusieron un juego extremo: una ruleta rusa con un revólver cargado de besos. Yo sólo sé que, en esta ocasión, no quiero ganar.

< El Gobierno, ante la grave crisis demográfica que vive el país, ha dictado el siguiente decreto: anular las licencias de revólveres y aumentar las permisos para lanzarse besos en público.

< Unos labios le dicen a un revólver: “Guapetón ¿por qué no me dejas que te coma a besos?

< Hoy he leído en la sección de sucesos del periódico una notica de lo más extraña: “Un revólver se pega un tiro al negarle su amada pistola un beso”.

< En el país de los revólveres y los besos, el amor y el odio no tienen excusas para huir.

domingo, septiembre 16

Tierra


Mis pies pegados a la tierra. Sobre ellos se alza mi tronco, se desenrosca ligero, sin peso, sin carga, y poco a poco, con calma, se van desplegando mis brazos, como alas de un cóndor libre que acarician las cumbres de las cordilleras. Y el calor, un hilo de calor intenso, como un sendero de lava, se deja caer por las laderas de mi cuerpo, recorre mi piel y llega a todos los recónditos recovecos de mi interior.

Siempre hay un hilo que me lleva a alguna parte, que me guía y me agarra. No dejaré que te caigas. ¡Todo está bien!

Los senderos, mis senderos, son enrevesados, poseen mil barreras, alambicados, confusos, pero siempre me llevan a donde yo quiero ir. No tengo que olvidarlo. Todo camino lleva a otros caminos, y en cada encrucijada hay una liana de la que agarrarme y de la que nunca, nunca, me caigo.

Los cambios han llenado mi vida en los últimos años; la han plagado de gentes, lugares, sensaciones, sentimientos y emociones intensas. Me he enganchado al salto constante, a ser un saltimbanqui de la vida. Y a pesar de todo ello, vuelvo a sentir mi centro, mi equilibrio, mi base. Y está en mí, muy dentro de mí. A veces se esconde y me da miedo no sentirlo. Pero está ahí…siempre, a pesar de las transformaciones, bruscas o pausadas. O quizás porque éstas forman parte de mí.

Siento la tierra, mi tierra, que no es ninguna tierra.

Poesía


Poesía.

He danzado poesía; he tejido palabras con mis manos; atrapé versos con mis ojos; palpité…tuve taquicardia de odas. Mis musas me invadieron, recorrieron cada poro de mi piel, vaciaron en cada exhalación mis pulmones, dejaron exhausto mi espíritu.

Sentí poesía en los colores, en los caminos que recorrían mis dedos pegados a mi pincel.

Recorrí mi cuerpo construyendo, pariendo poesía, dejando libres mis emociones, deshaciendo los enredos de mi mente, susurrándome palabras de amor al oído…dejando salir, una vez más, un “te quiero”.

Volcán de locura


Los barrotes de la prisión se derriten, ya no resisten más el calor de la desesperación.
Están incandescentes.
Arden.

El volcán ha hecho erupción, ya no resiste más.


No puede retener por más tiempo la lava que le quema en su interior. Debe brotar por su crater y caer por las laderas hasta llegar a la jaula del silencio, del dolor, del odio, de la locura…y lograr que se deshaga el acero que mata y ahoga los suspiros, los quejidos surgidos desde la garganta volcánica.

Salta por los aires, explota, brota ante nuestros ojos aquello que nos tuvo atados durante nuestras vidas, sin vida.

¡Abajo los barrotes de la locura! ¡Abajo los muros del miedo!

Fuera de nuestros corazones las espinas que lo castigan, que enferman nuestra mente y la deforman.

¡Ya se acabó! Ahora la prisión cae y se convierte en arroyo que va a parar al desagüe, a las alcantarillas del alma, para así perderse en el abismo del olvido.


¡No quiero callar más! ¡No deseo mentir ni disimular! FIN.

Arroyos de sangre


Núcleo plagado de arterias, de arroyos de sangre que fluyen hacia un abismo de infinito, hacia una grieta de oscuridad.

Un depósito de vacío que vacía su nada y la gotea por el todo, por la inmensidad de la plenitud.

Dejemos que aparezca el vacío. ¡Qué mayor separación que el vacío!

La nada, el cero también están ahí, también aparecen en mí…y me llenan. Me empapan de miedo, de angustia, de cobardía. Me asomo al vacío y me asusta, me devora su fuerza.

La mancha de la nada ¿Cuánta energía, cuánta vida puede surgir del vacío?

Depósitos de corazón que se vuelcan en el espacio que lo palpita y lo abraza todo; donde cada milésima parte del vacío explota en millones de milésimas partes hasta diluirse en la sangre y desaparecer, desaparecer, desaparecer… y almacenarse en un rincón, en el baúl de hadas de la nada, de duendes de la confusión, de magos de corazas blancas.

Abrazos de color


Un lazo y dos corazones.

Un lazo de brazos, de abrazos de color, de semillas que germinan en la música de corazones henchidos por la vida. La vida que los acoge…y también los ahoga. Y a pesar de ello, se alzan, se buscan, cada uno en su profundidad y a la vez, en su liviandad.

Necesito abrazarte, sentirte como eres, como ves el mundo, como lo caminas. Necesito mirarte, sentirte, sin prisas, para fundirme contigo, para latirte en mi vientre como un ser que siempre está naciendo, que nunca muere. Necesito quererte a solas, también compartida, pero en un pequeño rincón del mundo.

Mirarnos para mimarnos.

Mirarte, mirarme, sentir tus ojos en los míos y mis manos en las tuyas.

Espacio y Mar


¿Qué nombre le pondrías a la energía? Lorenzo.

¿Por qué? Por la fuerza amarilla, por la luz destellante del mundo.

¿Y por qué no Mar? ¡También! Pero un mar amarillo en el que no se refleje el azul del cielo, sino el sol, todo el sol.

¿Puede alguien vaciar el mar? ¿Se puede soltar algún tapón y dejar escapar toda esa inmensidad de vida?

Si lo inclinamos y volcamos sobre el vacío del espacio, lo desparramamos en la oscuridad del infinito de las galaxias…los peces dejarían de ser peces y pasarían a convertirse en estrellas, satélites, cometas…, corales de luz.

Y entonces, toda la oscuridad de las profundidades, de lo recóndito del mar, de la tierra, del espacio, se encontrarían, se mezclarían en una sola opacidad, pura, intensa, pero aislada.

¿Y la luz? La luz explosionaría, lo invadiría todo. Destelladas, chispas, ráfagas de luz a raudales que llenan cada rincón.

¿Y el mar? El mar debe seguir con su oleaje, sus seres, su vida, su espíritu, en medio de la oscuridad, en medio de la luz, sintiendo como lo penetran cada una de ellas, como lo atraviesan y como anidan en él, en el mar.

Pero el mar no se vacía. Tan sólo se bambolea, se balancea de un lado a otro, entre el día y la noche, entre la claridad, la vida más absoluta, y la negritud, el vacío más angustiosamente vigente.

En mis profundidades siento el oleaje negro y en la superficie de mi mar, me muevo con mi espuma amarilla, con mi vida lorenzana.

Ser danzante de las cavernas


Mis manos, con mis dedos espigados, se convierten en tentáculos, no en dos, sino en mil, en un sinfín de extremidades que bajan por mi cintura hasta mis pies. Los acarician, los abrazan y atrapan. Se confunden con ellos.

Mis piernas ya no son mis piernas. Se han transformado en otros tentáculos. Y todos ellos circulan por el aire, deambulan a través de él, libremente. Se dejan guiar por el espacio, por el vacío del tiempo. Y sienten el centro de la vida, de mi vida, de mi vientre, de mis ojos vigorosos y mi corazón sangrante, pero lleno de pálpito.

Mi músculo está sano. Llora, pero ríe. Late de vitalidad, se funde, se confunde con la vida. Parece que él mismo ha parido la vida.

Mi sonrisa vuela. ¡Tiene alas! Y viaja por todos aquellos rincones a los que mi materia gris nunca llega. Vagabundea, aletea por aquellos mundos siempre soñados y jamás visitados. Y en mi sonrisa, montada en ella, va todo mi ser, voy yo, enterito, sin soltar nada de lastre. Me agarro a ella fuerte, a su cresta. A lo lejos, confundiéndose con las nubes, también veo a mi lengua gamberra.

¡Qué ganas de volver a lo primitivo! A mi ser danzante de las cavernas, a aquel que vive en un akelarre. Hoy he sentido de nuevo a mi corazón, pero no estaba solo. Estaba abrazando, acariciando a mi mente. Le susurraba al oído palabras dulces, palabras de amor: “Déjate querer cabecita mía! ¡Deja que te haga el amor!”. Relax-vitalidad-centro.

Hoguera de agua



Fondo marino de fuego, hoguera de agua, habitados por bichejillos amorfos: medusas, rayas, caballos de mar que se confunden con las llamas, con las olas, con las caracolas ¿y las caracolas? ¿Y si todo se confunde más y aparecen las caracolas?

Voy a echarle una cerilla de agua a ver si gotea un poco.

Y al final, ese mundo emerge. Sale del fuego, sale del agua. Un mundo ilusorio, lleno de fantasía, de un cierto misterio, poblado de seres de otro mundo, de un mundo libre, en el que todos los colores, todas las formas, cada ser, cada forma de ser, son posibles.

Trinidad vital segregada


Fluye un sentimiento de optimismo forzado, de tranquilidad construida a base de metacrilato, de alambres de espino que cierran el espacio, la salida y la entrada. Es una sensación desde las tripas, desde un revoltijo, desde un amasijo de emociones. Todo lo que fluye abajo, en el estómago, es lo que no llega a la cabeza ¿o será a la inversa?

Esa gran coraza que separa el cuerpo de la mente, del espíritu. La trinidad vital segregada; cada una se alimenta de si misma. Autarquia inconexa que busca la unión.

Hay que crear un espacio en la cabeza para las tripas. El cerebro tiene que dejarse abrazar por el intestino. El corazón debe latir enla garganta y reflejarse en los ojos.

“El fantasma que sacamos, sabemos que tamaño tiene. El que nos dejamos dentro puede ser inmenso”.

miércoles, septiembre 12

Universo rojo pariendo otro corazón


Corazón,

fuego ardiente.

Universo rojo pariendo

otro corazón.

Un corazón que arde, un fuego que sangra.

Una gran pira de sangre, una llamarada de latidos amarillos y rojos.

Líneas oscuras que rompen el color, el universo de corazón, el universo de estrellas rojas y globos amarillos.

A un cuerdo que lo creían loco,
lo intentan meter en el manicomio.
Él se resiste en su camisa de fuerzas.

“¿Por qué yo, que veo todo claro, tengo que habitar en las tinieblas?”

Caos Vital
























Caos. Caos vital.

Orgía de colores cálidos. Formas amplias y curvas.

Manos adheridas a la pintura.

Una cruz que parte el lienzo y lo rompe en cuatro partes casi iguales.

Brota una cierta agresividad, o más bien, explosión de rabia.

Y manchas negras que forman un rostro pegado al lienzo.

Surge la figura de un payaso sobre la de un fantasma. Un payaso con pompones de colores en la cabeza, con marcas de gata en los ojos ¿o serán las pestañas?

Al payaso, al clown, se le escapa por su ojo naranja una lágrima negra de fantasma. No es un payaso alegre, ni siquiera con sonrisa triste. Es un payaso enfadado, rabioso, que grita… a su fantasma.

Parece como si el payaso se hubiera estampado contra una ventana.

Al otro lado, el fantasma le mira.