jueves, octubre 8

FELICIDADES


La felicidad inminente.
Se anuncia con destellos previsibles,
mostrándose a nuestro alcance,
cotidiana, siempre a la vuelta de la esquina,
esperando nuestro paso para amarrarse
a los latidos del corazón
sin soltarse jamás.

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La felicidad despistada.
Algo descuidada y hasta un punto perezosa,
surge como si tal cosa por nuestras mejillas,
haciendo muecas,
tejiendo muescas de colores,
desapareciendo como ha llegado,
espontánea,
como una caja de sorpresas.

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La felicidad saltimbanqui.
Aparece con muelles en sus pies
bajando las empinadas calles
como un chiquillo de fiesta,
tocando cada puerta para anunciarse,
estruendosa, jaleando y pregonando
su presencia, cual vendedor ambulante.

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La felicidad de comer perdices...
en tu ombligo,
de saborear fresas en tus dedos
y de devorar dátiles de sueños
entre tus piernas,
dejando caer, descuidadamente,
mis lágrimas por tus manos.

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Desde un establo espacial, la paja de estrellas
gotea por el hueco que ha abierto una nube en el cielo.

Se expande, cual alfombra, por el mar de hielo
formando a mis pies.

Me abriga, me acaricia, me da el calor de los julios y los júbilos
y deja explotar en mis manos su munición de felicidad.

lunes, junio 22

En una esquina damos vueltas sobre nosotros mismos

sin darnos cuenta que a nuestras espaldas

hay todo un mundo de otros...mundos.
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Los alfileres grises de la mañana

se tornan por arte de magia

en hilos de colores

una vez superada

la barrera del mediodía.
Ante el virulento y creciente cauce del río,

me apresuro para apuntarme

a un cursillo de natación sincronizada.

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Un niño, ante la insistencia de su madre para que vaya a la cama, le espeta:

"Mamá, ¡qué no tengo sueño! ¡tengo fanatismo!"
Ahora mismo no me siento un-A fiel militante de la heterodoxia,

pero por encima de todo no soy un(A) claudicante ante la ortodoxia.

Tan sólo me dejo abrazar por el deseo compartido.

Gijón

En la plaza de la "soledad" de Gijón todavía no me he encontrado con nadie.

Tengo la sensación de que aquí se entra de uno en uno, siempre a la espera de que salga la última persona, tratando de no violentar su silencio.
De nuestras heridas germinadoras de luz,

surgen destellos de claridad,

ráfagas de calor vestidas de terciopelo.

Del amasijo delicioso de emociones

va tejiéndose un vestido de seda,

transparente, liviano,

que nos cubre y nos cobija

en el afán de nuestros deseos.

martes, junio 2

Podría hundir la mano en mi pecho y pederla para siempre en abismos.
Tocar lo que allí habita sería un alivio...confirmar que existe...aprender a curarlo.

Se ha perdido mi mano en los pliegues del alma.
Afanosa, implacable va borrando memoria.
Barre por los rincones y los llena de calma.
Trabaja infatigable, alegre y silenciosa.

Se ha perdido mi mano y la siento gozosa.
Recompone pedazos de dulces historias
que jamás existieron y que serán ahora,
cuando el alma curada puede vivir su gloria.

Tomar entre mis dedos los hilos de esta vida y enlazarlos allí donde estuvieran
sueltos...igual que una niña va tejiendo pulseras, combinando colores simplemente por
gusto.

Jugar la vida con el alma limpia...qué alivio, qué diversión, qué gozo.

Mi mano entretenida, ligera, juguetona...
niña escribiendo cuentos
cuentos dictando vida.

Mi mano allí perdida
bálsamo y caricia.

Amaia Echaide
Una sola melodia

jueves, mayo 14

Hablo con el

recuerdo

que pasa cerca de mí.

No sé por qué, pero creo que se ha

perdido.


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En la rutina
ya no te esperaré.
Hasta mañana.

Silencio

Silencio.
Se abre el telón.
Nos invaden estruendos,
ensordecedores.
Desgarros,
aullidos, gemidos.
Llantos.
Se cierra el telón.
Silencio.

Surcos y cicatrices

A mi soledad

acompañada

la recorren

s
u
r
c
o
s

plagados de nombres

y de rostros que

cicatrizan

en tu recuerdo

jueves, marzo 19

Des-encuentros

Una radiante mañana de lunes,

deshice la cama, vomité el desayuno,

me desnudé por completo hasta quedar

sólo enfundado en mi piel.


Abrí las ventanas de par en par

y lancé al viento mi memoria;

olvidé hasta mi nombre.


Salí por la puerta sin echar la mirada atrás,

temiendo que cayera sobre mi

la maldición bíblica.


Huí,

pero no despavorido, sino sereno,

con la mirada fija en el horizonte.


Llegué al desierto y me despojé de mi

soledad.

Desaparezco...

de mi mismo.


Y allí,

desaparecido,

me vuelvo a encontrar.

Certezas y espejismos

Ayer te pensaré.

Mañana te añoré.

Lo siento,
tengo un pequeño
amasijo
de tiempos
y emociones.

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Entre nuestros
espejismos
y certezas
surge un fino hilo que nos


s e p a r a


y una suave tela
que nos


e n v u e l v e