lunes, junio 22

En una esquina damos vueltas sobre nosotros mismos

sin darnos cuenta que a nuestras espaldas

hay todo un mundo de otros...mundos.
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Los alfileres grises de la mañana

se tornan por arte de magia

en hilos de colores

una vez superada

la barrera del mediodía.
Ante el virulento y creciente cauce del río,

me apresuro para apuntarme

a un cursillo de natación sincronizada.

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Un niño, ante la insistencia de su madre para que vaya a la cama, le espeta:

"Mamá, ¡qué no tengo sueño! ¡tengo fanatismo!"
Ahora mismo no me siento un-A fiel militante de la heterodoxia,

pero por encima de todo no soy un(A) claudicante ante la ortodoxia.

Tan sólo me dejo abrazar por el deseo compartido.

Gijón

En la plaza de la "soledad" de Gijón todavía no me he encontrado con nadie.

Tengo la sensación de que aquí se entra de uno en uno, siempre a la espera de que salga la última persona, tratando de no violentar su silencio.
De nuestras heridas germinadoras de luz,

surgen destellos de claridad,

ráfagas de calor vestidas de terciopelo.

Del amasijo delicioso de emociones

va tejiéndose un vestido de seda,

transparente, liviano,

que nos cubre y nos cobija

en el afán de nuestros deseos.

martes, junio 2

Podría hundir la mano en mi pecho y pederla para siempre en abismos.
Tocar lo que allí habita sería un alivio...confirmar que existe...aprender a curarlo.

Se ha perdido mi mano en los pliegues del alma.
Afanosa, implacable va borrando memoria.
Barre por los rincones y los llena de calma.
Trabaja infatigable, alegre y silenciosa.

Se ha perdido mi mano y la siento gozosa.
Recompone pedazos de dulces historias
que jamás existieron y que serán ahora,
cuando el alma curada puede vivir su gloria.

Tomar entre mis dedos los hilos de esta vida y enlazarlos allí donde estuvieran
sueltos...igual que una niña va tejiendo pulseras, combinando colores simplemente por
gusto.

Jugar la vida con el alma limpia...qué alivio, qué diversión, qué gozo.

Mi mano entretenida, ligera, juguetona...
niña escribiendo cuentos
cuentos dictando vida.

Mi mano allí perdida
bálsamo y caricia.

Amaia Echaide
Una sola melodia